...a través de Bertha Dudde - 17.09.1957
BD 6921 El discurso de Dios es algo completamente “natural” …

El proceso de transmisiones espirituales desde el reino de la luz es algo completamente natural, pues en cuanto un ser humano está conectado íntimamente con Dios, también puede escuchar Su voz, la Palabra desde la eternidad, que se expresa a través de Sus ángeles, a través de los habitantes del mundo de la luz. Pero los seres humanos se han alejado muy lejos de Dios; no saben que pueden conectarse tan estrechamente con Dios que también sienten Su presencia y que Su presencia se demuestra a través de Su Palabra. Y por lo tanto, algo completamente natural se considera inusual y, en consecuencia, no se valora; las revelaciones de Dios se descartan como increíbles, y los seres humanos se privan de la mayor gracia, pues escuchar el discurso de Dios, directa o incluso de manera transmitida, es un don de gracia de un valor inmensurable.

Dios Mismo muestra a los seres humanos el camino que deben ir para alcanzar la salvación y les da la fuerza necesaria a través de Su Palabra. Sin embargo, el discurso de Dios no debe ser un acto que obligue a creer. Y por lo tanto, el proceso de transmisión espiritual se desarrolla de tal manera que también admite otras explicaciones si un ser humano no está dispuesto a aceptar ese proceso, Porque no debe ser obligado a creer, y tampoco se le obligará al respecto. Solo su voluntad decide si reconoce un don de gracia como tal y lo evalúa en consecuencia.

Y un ser humano dispuesto también se siente abordado por Dios. Las Palabras le conmueven, y tocan su corazón y le impulsan a vivir conforme a ellas; él no solo es un oyente, sino un hacedor de la Palabra, y pronto encuentra la prueba de la verdad de la Palabra divina, porque su vida de acción misma contiene en sí misma la “obra del Espíritu”. Cada ser humano puede obtener esta prueba si tan solo pone en práctica lo que su oído y su corazón han oído. Porque no solo es la transmisión directa de la Palabra la que tiene este efecto beneficio.

La Palabra de Dios puede recibirse dondequiera que se proclame. Si el oyente sólo abre voluntariamente su corazón y su oído, y desea fervientemente el discurso de Dios y dirige su estilo de vida en consecuencia, el efecto de la Palabra divina no faltará. El vínculo con Dios se profundizará cada vez más y el ser humano mismo incluso puede tener conversaciones íntimas con Él y estar seguro de Su amorosa respuesta. Porque Dios es un Padre, y un padre habla a su hijo. Pero si el hijo cierra los oídos y se aparta de su padre, no podrá oír nada.

Y Dios es el Amor … Y el Amor busca salvar, ayudar y dar alegría. Por eso Dios advertirá, amonestará, y dará fuerza y luz a quienes se dejen abordar por Él. También hablará a quienes que aún se mantienen alejados de Él, pero Su discurso no los obligará a escucharlo a Él. Sin embargo, se les ofrece su gracia, tendrán la oportunidad de escucharlo y, según su voluntad, también experimentarán la bendición de Su discurso.

Pero sería mucho menos creíble que un “Dios de Amor”, un “Padre de Sus hijos”, guardara silencio, abandonando a los seres humanos a su suerte y no los ofreciera ayuda alguna. Pues los seres humanos estarían irremediablemente perdidos si dependieron únicamente de lo que los seres humanos les ofrecieron. Porque tiene que ser el agua de la vida, tiene que ser sacado del manantial que es Dios Mismo, la Fuente original de toda fuerza y toda luz.

Amén